Papa Francisco. Mensaje Urbi et Orbi, 2013


Papa Francisco. Mensaje Urbi et Orbi, 2013.

Vamos pues a tener una paciencia esperanzada: Carta a los medios de comunicación sobre el nuevo papa. José Ignacio González Faus


(Tomado de ADITAL. http://www.adital.com.br/ )

30.03.13 – Mundo
Vamos pues a tener una paciencia esperanzada: Carta a los medios de comunicación sobre el nuevo papa

José Ignacio González Faus

Adital

Tengo mis quejas contra los medios de comunicación: me han traicionado algunas veces, creo que también ellos son servidores del Capital y que, por tanto, el buen titular o la defensa de la propia ideología pasarán por delante de la verdad; lo que engresca les gustará más que lo que construye; y muchas veces compiten indignamente porque parece que más importante que comunicar una verdad es ser el primero en hacerlo, o darla en exclusiva.

PERO: creo que los medios tienen sus derechos que debo respetar, conozco mucha gente honrada y encantadora que trabaja en ellos y que son también conscientes de lo que digo. Y además, aunque no pretendo compararme con Casillas, suelo decirme que al que no le marcan goles o no se lesiona, es señal de que no juega. Y el juego de construir la historia (el «poema de Dios” que dice la carta a los Efesios) me uno de los más dignos, más apasionantes y más cristianos.

Dicho esto pido perdón porque estos días he procurado rehuir el aluvión mediático. Simplemente necesitaba tiempo para interiorizar, situarme y aclararme yo mismo. Ahora, si alguien quiere saber algo de mi opinión, lo encontrará en estas páginas que van dirigidas a todos sin exclusivas ni derechos de propiedad privada. Y aquel a quien no le interese (que sería lo más lógico) ya puede pasar a otra cosa.

Cuenta uno de los primeros biógrafos de Ignacio de Loyola que cuando, en una sobremesa, se enteró del nombramiento como papa de Pablo IV, se le demudó la cara y se puso pálido (Ignacio y Caraffa habían tenido antes más de dos pequeños encontronazos; y Pablo IV hizo muy difícil la vida a la naciente Compañía de Jesús). Discretamente Ignacio salió de la sala; y al cabo de un cuarto de hora regresó sonriente y con el rostro pacificado. Se supone que había ido a rezar.

Cuento la anécdota tanto para los que ayer se quedaron pálidos como para los que irradiaban alegría: que los hay de las dos clases por lo que ahora diré. Y aprovecho para decir a ambos grupos que ni hay que desengañarse del Espíritu Santo ni hay que buscar en él unas seguridades que son mucho más supersticiosas que creyentes. Dios sólo interviene en la historia respetando nuestra libertad y contando con nuestra respuesta libre. Y esa respuesta sabemos de sobra por dónde ha de ir: por el respeto mutuo dialogante, por el amor fraterno y por negar la primacía al propio interés. Sin el empeño en ir por ahí, no habrá Espíritu que sople (o soplará un espíritu no precisamente santo).

Casi no conozco personalmente a Bergoglio. He oído infinidad de cosas sobre él, positivas y negativas. He esperado a ver qué saben los medios de él, y he visto que prácticamente todo lo que yo pudiera decir ya es conocido. Lo cual me confirma que es muy sabia la frase de Jesús que tanto molesta a muchos eclesiásticos: lo que oís en los oídos predicadlo sobre los tejados” porque, a la larga, «no hay nada tan encubierto que no acabe conociéndose” (Mt, 10,27.26).

Por eso resumiré, un poco simplificadamente, diciendo que los temores vienen de su época de jesuita y las esperanzas de su época de arzobispo. Sus relaciones con el antiguo general Kolvenbach fueron muy tirantes, dividió la provincia argentina en dos bandos aún no del todo reconciliados: dicen que es un hombre con una increíble capacidad de seducción, pero con una pasión de poder que le vuelve terriblemente duro con los que no van por su línea.

El jesuita húngaro-argentino Franz Jalic ha escrito cosas que, precisamente por el enorme respeto con que están escritas sin citar nunca su nombre (habla sólo de ”una persona”) y por el inmenso sufrimiento que comportaron, no pueden ser pasadas por alto. También porque, según me contaron, la única vez que volvieron a verse los dos después de todo aquello, muchos años después y en Alemania, se fundieron en un largo abrazo donde no faltaron lágrimas.

Yo no puedo garantizar como testigo ocular la verdad de todas esas críticas y otras parecidas; pero creo que si el papa Francisco toma en serio lo que tan bien dijo ayer: «antes de bendeciros os pido que me bendigáis vosotros a mí”, aceptará también que «antes de hablaros yo quiero escucharos a vosotros”: porque saber lo que se piensa de uno, puede ser un dato muy útil a la hora de actuar, en vez de pensar que la verdad sobre mí es sólo aquello que yo pienso de mí.

Y así pasamos a lo positivo: han corrido por ahí todos esos datos del arzobispo que viajaba siempre en metro o en autobús, que cuando tenía un cura enfermo iba él a visitarle, le preparaba a veces la comida o le suplía en trabajos parroquiales, que tronó contra la injusticia y la miseria del mundo. Y es cierta la anécdota de que, la misma noche en que fue nombrado arzobispo de Buenos Aires, sonó el teléfono (supongo que de alguien que querría felicitarle) y al descolgar dijo más o menos: «perdone que ahora me estoy haciendo la cena, si fuera tan amable de llamar media hora más tarde”.

Y las positividades continúan en su presentación de ayer: ya he evocado lo de «antes de bendeciros habéis de bendecirme vosotros a mí” que, lógicamente, debe ser extendido más allá de la plegaria. Pequeño detalle, pero indicio de sensibilidad, fue el dirigirse al pueblo como hermanos «y hermanas”, cuando la congregación de liturgia todavía pretende que digamos que Jesús entregó su vida sólo por todos «los hombres”, sin enterarse de cómo ha cambiado el significado de esta palabra. Significativo teológicamente el designarse por dos veces sólo como «obispo de Roma”… Y añadamos el potencial simbólico del nombre: porque Francesco no fue sólo el que, en los albores del capitalismo naciente, se quitó la ropa ante su padre negociante y el arzobispo, para «seguir desnudo al Jesús desnudo”. Fue también el que, en la era en que la Iglesia hacía cruzadas «contra los moros”, se embarcó alocadamente como pudo para ir a dialogar con el sultán. Y fue finalmente el que, ante la visión de una ermita casi en ruinas, siente la llamada de Dios que le dice «repara mi Iglesia que se cae”. Si el nombre de Francisco incluye las tres cosas, no puede estar mejor elegido.

Vamos pues a tener una paciencia esperanzada: dejando para otros momentos nuestra necesidad de aplaudir y aclamar (porque las multitudes, ya se sabe, son idólatras por naturaleza y así se falsifica la comunidad), y dejando para otros momentos nuestras desesperanzas.

Vamos también a ver si, aprovechando estos episodios, los católicos abandonamos la papolatría (o el papa-natismo): Jesús escogió a un Pedro, intuitivo y con innegable madera de líder según parece, pero cargado de defectos que los evangelios nunca ocultaron. Y le mantuvo aunque Jesús tenía más derecho que nosotros a decepcionarse. Porque si la Iglesia necesita (como yo creo) un ministerio de unidad, es precisamente porque todos somos solidariamente responsables de ella y en ella. De lo contrario, si no hubiera más que un responsable, no haría falta ningún ministerio de unidad.

No sé decir más, y perdonen aquellos a quienes he dado carpetazo. Uno también necesita su tiempo.

No es, nunca fue sumo pontífice de la Iglesia universal. Celso Alcaina


(Un enfoque histórico. Tomado de ATRIO. http://www.atrio.org Con comentarios )

No es, nunca fue sumo pontífice de la Iglesia universal
Celso Alcaina, 27-Marzo-2013

Año 1414. Constanza. Sur de Alemania. Segismundo, Rey de Hungría y emperador germánico (autoproclamado rey de Roma), se impacienta. Él había convocado el Concilio. Intenta zanjar el cisma. Los tres vigentes papas han prometido su asistencia. Estan dispuestos a renunciar en aras de la unicidad del Papado. Juan XXIII insistió, sin éxito, en llevar el evento a Italia. Allí podría controlarlo. Se plegó a la voluntad imperial. Viaja, con su séquito, a Constanza, ciudad bajo el efectivo dominio de Segismundo, árbitro de la situación.

Ya está presente Juan XXIII. Pasan los días y no llegan los otros dos papas con sus respectivos cardenales y obispos. El Concilio se inicia. Lo preside el mismo Juan XXIII quien da por hecho que será confirmado único papa legítimo.

El Concilio de Pisa (1409) había propiciado que de dos papas se pasara a tres. Ni Gregorio XII (Angelo Correr, de Roma) ni Benedicto XIII (Pedro Luna, de Avignon) aceptaron sus respectivas deposiciones. Pisa eligió a Alejandro V (Pietro de Candia). A su muerte en 1410, le sucedió Juan XXIII ((Baltassare Cossa), un ducho y docto cardenal romano. No era clérigo. En pocos días recibiría el presbiterado para, inmediatamente, ser coronado papa.

Por entonces, era normal que el emperador convocase concilios cristianos. El primero, el de Nicea, había sido convocado por Constantino el Grande. Sucesivos emperadores habían convocado sucesivos concilios.

En su primera sesión, el Concilio de Constanza declaró la primacía de su autoridad sobre la papal. Doctrina conciliarista. Luego, en contra de su expectativa, Juan XXIII fue depuesto. Irritado, huyó. Fue capturado y obligado de renunciar. Prestó obediencia al papa designado por el Concilio.

Aunque tarde, se hizo presente Gregorio XII con sus cardenales. Un alivio para Segismundo y para los miembros del Concilio. No obstante ser contrario a la doctrina conciliarista, Gregorio renunció.

En contra de sus iniciales promesas, Benedicto XIII no acudió a Constanza. Ni él ni sus 22 cardenales. Eso sí, abandonó Avignon y se refugió en Peñíscola con su Curia. Segismundo presionó al rey de Aragón quien logró que 17 cardenales del papa Luna se unieran a la asamblea. El Concilio depuso y condenó a Benedicto XIII. Éste no se dio por aludido. Con la protección de los reyes de Aragón, actuó en España como legítimo papa hasta su muerte en 1424. Martín V (Oddone Colonna) resultó elegido papa en Constanza. Su pontificado, en Roma, va del 1417 al 1431

Los anteriores jalones históricos enmarcan el Papado de Roma en el siglo XV. Su influencia social y geográfica está limitada a la Europa occidental. Es precisamente la porción socio-político-religiosa que había correspondido al Patriarcado de Occidente. Constantino y Licinio, con su Edicto de Milán (a. 313), dieron libertad y bienes a los cristianos. Más tarde, Teodosio el Grande, con su Edicto de Tesalónica (a.389), institucionalizaría el Cristianismo declarándolo religión del Estado. Los obispos y líderes cristianos acordaron repartirse el mundo, su mundo, por patriarcados. El Concilio de Constantinopla, a. 381, estableció cuatro: Occidente (Roma), Constantinopla, Alejandría y Antioquía. Años después (Concilio de Calcedonia, a. 451), se agregó el patriarcado de Jerusalén. Esta “Pentarquía” se respetó durante el resto del primer milenio. Cada uno de los cinco patriarcados era autónomo. El Patriarcado de Occidente ostentaría el primado de honor por residir en la sede del Imperio. “Primus inter pares”. También, por haber heredado prerrogativas imperiales. No era por estar ligado a la predicación o/y muerte de Pedro. Por lo demás, no era la única comunidad cristiana de origen petrino. Le seguía en honor el Patriarcado de Constantinopla, por ser la Nueva Roma. Constantino ya había trasladado la sede imperial a Bizancio. Su origen se atribuye al apóstol Andrés. La sede de Antioquía tenía origen en Pedro y Pablo, igual que Roma. La de Alejandría, en el evangelista Marcos. La de Jerusalén, en Santiago, hermano de Jesús.

El Cisma de Oriente tuvo una evolución larvada y larga. De las disputas teológicas medievales (“filioque” y otras) se pasó a continuos conflictos jurisdiccionales. Constantinopla se había hecho más y más importante. Como consecuencia de la expansión musulmana, los patriarcados de Antioquía, Alejandría y Jerusalén desaparecieron o fueron engullidos por la antigua Bizancio. Constantinopla pretendió estar por encima de Roma. El patriarca Focio (a. 858) se declaró patriarca “ecuménico”, universal. Una definición prematuramente paralela a la del Concilio Vaticano I con respecto al patriarca de Occidente. Roma, vinculada a los reyes francos y germánicos, rechazó dicha universal jurisdicción de la sede oriental. Intentado y roto el diálogo político-religioso entre el romano León IX y el constantinopolitano Miguel I Cerulario, ambos se excomulgaron recíprocamente con sendas bulas en 1054.

Lo que vino después del 1054 dependió de los avatares históricos. Los Estados Pontificios, con su constitución (s. VIII) y evolución, encumbraron el papa de Roma hasta hacerlo rey de reyes durante siglos. Resultaron estériles los intentos de entendimiento en el II Concilio de Lyón (a.1274) y en el Concilio de Basilea (a.1439). Ambas Iglesias, la Ortodoxa y la Romana, reivindican la exclusividad de la fórmula: “Una, Santa, Católica y Apostólica”. Cada una se considera heredera legítima de la Iglesia primitiva y universal. Cada una atribuye a la otra haber abandonado la Iglesia verdadera. El diálogo ecuménico surgido con el Vaticano II apenas ha tenido éxito. En 1965 ambos patriarcas, Pablo VI y Atenágoras I, cancelaron las mutuas excomuniones del siglo XI. Son notorias las recientes muestras diplomáticas de amistad. Pero eso no atañe al fondo de la cuestión jurisdiccional. Tampoco a dogmas, doctrinas, ritos, canonizaciones, disciplina… Es más, las definiciones dogmáticas de los últimos siglos, particularmente de la Iglesiaa romana, auguran una prolongación del cisma per secula seculorum.

De cuanto llevamos apuntado se puede concluír que aquellos títulos que contienen la idea de universalidad son tan inadecuados para el patriarca de Occidente (papa de Roma) como lo son para el patriarca de Constantinopla. Ni siquiera con matizaciones podrían atribuirse a alguno de los dos patriarcas.

Durante la Edad Media, hasta el siglo XV, las áreas de influencia de uno y otro patriarcado eran similares en amplitud geográfica y demográfica. Por mucho que abusaran del concepto “ecuménico”, ambos patriarcas conocían sus límites. Para Roma, iban desde los Urales y el Adriático hasta Irlanda y Finisterre.

Pero, apenas traspasado el siglo XV, el Occidente se ensancha y con él la jurisdicción del patriarca de Roma. En las carabelas españolas y portuguesas, con los conquistadores y exploradores de todo rango, viajan misioneros de obediencia romana. Frenética y embriagadora es el ansia por nuevas conquistas temporales y espirituales allende el Atlántico. El papa de Roma, a la sazón con autoridad sobre reyes y emperadores de Europa, desempeña un papel decisivo. Se involucra en la “conquista”. Incluso decide a qué corona pertenecerá cada región descubierta.

Fue a raíz de las misiones en el continente americano cuando nació la moderna Curia romana con halo de universalidad. Sixto V (a. 1588) la estructuró copiando de gobiernos europeos de la época. Creó 15 congregaciones o ministerios. Sin duda, tuvo presente la ampliación de su jurisdicción romana que ya oteaba la Tierra del Fuego y California. Con anterioridad, el papa sólo había necesitado media docena de secretarios, entre ellos el “cardinale nepote“, que solía ser sobrino o hijo del papa, su hombre de confianza. Seguían activos los tribunales de la Rota, la Signatura y la Inquisición. De tarde en tarde, el papa consultaba con otros cardenales. Ahora, la normativa jurídica tuvo que ser acomodada a los nuevos pueblos, con una visión casi universal. La casuística surgida de la evangelización del Nuevo Mundo era amplísima. Bautismos, matrimonios, conversiones, ritos, fundaciones religiosas, prelaturas, bulas, gracias, privilegios, dispensas, indulgencias, herejías…Alejandro VI, con sus cuatro bulas, impulsó conjuntamente la conquista y la evangelización. Lo hizo a petición de nuestros Reyes Católicos a los que favoreció indecentemente. La condición era evangelizar a los infieles de las tierras conquistadas, ampliando la Cristiandad hacia el Ocaso. Además, concretó el reparto de las tierras descubiertas. Se arrogó todos esos poderes en cuanto Vicario de Cristo en la tierra. Los otros patriarcados no podían disputarle ese ensanchamiento de su jurisdicción hacia el Oeste.

Está claro que, a partir de Colón, el Patriarcado de Occidente creció en proporciones monstruosas.Y ello incluso después de las escisiones luterana y anglicana. Los indígenas americanos, en buena parte, fueron eliminados. Otros muchos fueron obligados a bautizarse. Año tras año, siglo tras siglo, crecieron los asentamientos de católicos europeos colonizadores. Venían a sumarse a las históricas conversiones masivas por decisión real y a las siempre inconscientes adscripciones, mediante el bautismo infantil, al Catolicismo. Roma dejó de ser igual o semejante al Patriarcado de Constantinopla. Esta desigualdad era y es de cantidad, no de calidad. Es el poder o la jurisdicción del rey que pasa a ser emperador por mor de agregación de tierras conquistadas. En nuestro caso, el patriarca de Occidente lo es de un mucho más amplio Occidente. No de la Iglesia universal. Ni de hecho ni de derecho.

El papa Francisco se presentó como “obispo de Roma”. Evitó llamarse con otros títulos. Con sus expresiones y sus omisiones enmendó a la Curia. Llamó a Benedicto XVI “emérito obispo de Roma”. Lamentaría mucho equivocarme si Francisco siguiera llamándose, igual que sus inmediatos predecesores, de palabra o/y por escrito, “sumo pontífice de la Iglesia Universal”.

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Tema: Historia, Papado
10 comments to No es, nunca fue sumo pontífice de la Iglesia universal

Hypatia
30-Marzo-2013 – 16:18 pm

En Jerusalen, si puede llamarse concilio,… Santiago. Al de Nicea, presidido por Osio obispo de Córdoba y asesor religioso del convocante Constantino, no asistió el obispo de Roma Silvestre. Tampoco asistió el obispo de Roma al de Constantinopla, convocado por Teodosio I y presidido por el Patriarca de Antioquía hasta que el propio concilio nombró a Gregorio Nacianceno obispo de Constantinopla y pasó a presidirlo. Gran artículo el de Celso.
Santiago
30-Marzo-2013 – 2:27 am

Celso, estoy de acuerdo en que actualmente la palabra “pontífice máximo” no es apropiada para designar al Papa….Digamos que es un misnómero cultural heredado del imperio…Pero la Primacía de Pedro no reside en ningún título, ni en la mentalidad de la época, sino del hecho de que Pedro fue el primero de los apóstoles, el que desde el principio presidio la Iglesia primitiva desde el Concilio de Jerusalen, el mismo que recibió el mandato de Cristo por 3 veces de “apacentar” a sus ovejas…y que la Iglesia la entendió perfectamente pues ya en el siglo I el tercer sucesor de Pedro tenía autoridad suficiente para dirimir los problemas que surgían en la recientes comunidades-iglesias, cristianas como se ve claramente en “su primera carta a los Corintios”. Por tanto, la apropiada designación del Papa como “obispo de Roma” nos lleva a la esencia misma del Primado…ya que Pedro vivió y murió en Roma…bajo el reinado de Nerón, siendo sepultado en el mismo sitio donde Constantino (306-307) despues construiría la que es hoy la Basílica de su nombre…Estamos todavía en la pura historia..porque es Pedro el primer obispo de Roma..y a la vez el Primado de la Iglesia de Cristo.
En realidad, no hace falta el título….tanto el oriente como el occidente miraban siempre al obispo de Roma c no solo como el signo de la unidad, y de la fe,…sino de autoridad…ya fueran Padres “occidentales” como Ambrosio, Agustin, Jerónimo y Gregorio el Grande como “orientales” como Juan Crisóstomo, Basilio, Atanasio y Gregorio Nazianceno….Sin contar con los Padres Apostolicos que fueron la base de la transmision de la doctrina del Primado…Por eso, poco importan “los cismas” porque la sucesion del obispo de Roma nunca fue interrumpida, ni destruída, a pesar de las enormes dificultades y turbulencias que surgieron al ministerio petrino a traves de los siglos en la lucha del poder secular y el poder espiritual, especialmente los enormes esfuerzos que hicieron los emperadores y reyes de la historia para acabar con el Papado….Ellos, los reyes, han desaparecido en casi su totalidad..pero el obispo de Roma, sucesor histórico de Pedro, permanece…No ha cedido ante el mal de “dentro” ni el de “fuera”. y la historia, por supuesto, se repite en el siglo XXI…
En cuanto al Gran Cisma de Occidente, admirado Ceslso, quiero recordarte que entre todas esas “galimatías’ papables…hay que recordar que el punto clave es la elección de Urbano VI, (1378-1389) QUE fue perfectamente válida cuando se examina cuidadosamente las “actas del cónclave”. Por eso Gregorio XII (Angelo Correr) de la sucesion de Urbano era el papa legítimo al tiempo de Concilio de Constanza…NO había pues 3 papas sino uno solo…Juan XXIII (Baldassare Cossa) está clasificado como “antipapa” y no era precisamente un candidato a la santidad…Pero por esas cosas de la “vida” fue el antipapa Juan XXIII el que convocó y presidio- al principio- el Concilio de Constanza….Pero Juan XXIII fue destuído por el concilio y Gregorio XII sabiéndose el papa legítimo suplicó convocar el Concilio de nuevo para darle validez “canónica” y a partir de la 14 sesión el Concilio de Constanza queda convocado “oficialmente” por el Papa Gregorio. Tanto Gregorio como su sucesor Martín V rechazaron la teoria conciliarista…pues en el Colegio de los Apostoles, este colegio no puede estar por encima del Primado de Pedro, conferido por el mismo Cristo al primero entre los apostoles.
Ya estamos viendo a Francisco en accion…Sigo pensando que va a gobernar ”en la caridad”, yendo a lo esencial, y prescindiendo de los superfluo, sobreañadido al Papado a traves de los siglos…y mostrando la verdadera “cara” de la Iglesia de Cristo, que tantos han querido ocultar y tergiversar…pero la Iglesia de Cristo permanece en EL un saludo cordial de Santiago Hernandez
Hypatia
28-Marzo-2013 – 11:48 am

Sugiero el asunto del “descubrimiento” de la tumba de Pedro de Betsaida en el Vaticano y la conducta, al respecto, del “pastor angélico” como “guinda” para asentar la primacía del obispo de Roma y consolidar el empadronamiento de Jesús en Roma.
Carmen Pereira
28-Marzo-2013 – 11:17 am

El artículo de Alcaina me sugiere alguna reflexión. El reparto geográfico de poder eclesiástico en la Iglesia constantiniana ya suponía un desmedido encumbramiento del obispo de Roma. Pasó de las catacumbas al palacio quasi imperial. El poder embriaga y el obispo de Roma lo mismo que el de Bizancio optó por más poder, incluso por todo el poder. Lo espiritual quedó en segundo plano durante siglos. La Iglesia como tal (la del siglo I) se fue diluyendo en calidad y creciendo en cantidad. El mismo producto, el mismo jabón, se mezcló en creciente cantidad de agua. En la actualidad, se dice que hay 1.200 millones de católicos. Y suelto una carcajada. Ni siquiera una décima parte se siente católica, ni se comporta como tal. Se contabiliza un 20% los que asisten a los cultos, y una gran parte de ese 20% lo hace por simple costumbre social. Hoy sigue en vigor la trampa del bautismo infantil que en países con alta natalidad como Suramérica supone que cada pareja de nominales católicos produce seis católicos que no se enteran de serlo hasta que alguien se lo dice pasados algunos años. Así cualquiera aumenta la clientela. Se explica, pues, que Suramérica ofrezca el 40% del total de los católicos . Y no hablemos de las conversiones masivas, las de toda una nación estilo Recaredo para España, estilo colonización en la América española, o estilo coactivo en regímenes nacionalcatolicistas. En cuanto al título de Pontífice, sólo se explica por el carácter imperial (no cristiano) del obispo de Roma. Y eso, precisamente, lleva a ambicionar universalidad.Todo un montaje repugnante.
pepe sala
27-Marzo-2013 – 12:10 pm

Me pregunto algo que no tiene respuesta. Es obvio que, si el personaje ya está ” a la derecha del padre”, difícilmente podría haber estado entre los Cardenales con opciones a ser nombrado Papa.

Pero por plantear hipòtesis que no quede. Mi paisano (” Cardenal”) fue homenajeado con el nombre de una importante calle de Santander. El homenaje se realizó en lo que llaman ” democracia”. No tengo dudas de que el tal Cardenal, paisano mío, hubieran tenido muchas opciones en el Cónclave. Tenía, efectivamente ( lo mismo que Juan XXIII) muy buenas relaciones para ascender en su sacrosanta carrera.

Me recuerdo de él por la similitud que tiene con Bergóglio ( salvando las distancias de lugar y tiempos.)

Yo no presumo en absoluto del paisanaje del tal Cardenal. Son otros quienes sí presumen de sus excelentes ralaciones, lo mismo que presumen de las relaciones con Juan XXIII e, incluso, con Pablo VI:
http://www.fnff.es/Opinan_sobre_Franco_Cardenal_Herrera_Oria_600_c.htm

O sea, que menos ruedas de molino y un poco más de memoria…
Javier Renobales Scheifler
27-Marzo-2013 – 11:18 am

Esperanza, por dios, Esperanza, sólo sabes bailar chá, chá, chá.
… Y ahora todo se acabó.
Eso dice la canción por aquí, sin ser tango.
Esperanza porque sí, de nada vale, esperanza por decreto.
oscar varela
27-Marzo-2013 – 10:58 am

Hola Gabriel López!

Te leo:

-”Quizá la iglesia se vea obligada por los nuevos tiempos a lavar su penosa imagen, pero que nadie espere nada“-

En “Tiempos revueltos” (cuando no se tiene ni se sabe de algún Argumento que llene el corazón de nuestro protagonismo) los Escenarios en que se ofertan los dramas, comedias y tragedias que componen nuestro andar viviendo, no ha de extrañarnos el que anden em-barrados y em-pantanados nuestros pies.

No veo en el horizonte de las estructuras que el mundo de hoy nos ofrece, alguna que destaque en “imagen limpia” que no requiera re-novarse.

Es posible que muchas de esas estructuras solo atinen -no por maldad- a re-formarse. Y entonces nos queda ese sabor amargo de “gatopardismo” del conde de Lampedusa.

La vida es un soplo y nada más … y sin embargo …

Prefiero y trato de atender al “sin embargo…” ¿Te sumás?

En ese caso, sería bueno ir borrando ese final de trágico tango: -”pero que nadie espere nada“-.

¡Vamos todavía! – Oscar.
Gabriel López
27-Marzo-2013 – 9:44 am

Buenos días, considero estéril y agotador seguir debatiendo y reincidiendo en este tema, la elección del Papa Francisco y las cuestiones derivadas del mismo, por lo que este será mi último comentario al respecto. Bergoglio es un patricio elegido por patricios, y se debe a los de su condición. Dentro de esa elite hay familias que manda más que otras y que dirigen el sistema, poco importa en este caso quién esté al frente de la dictadura, el problema es la existencia de la dictadura. El Papa es y seguirá siendo de hecho y de derecho, Sumo Pontífice de la Iglesia Universal por mucho que se pretenda dar una imagen renovada. No es la primera vez que tímidamente se realiza un lavado de imagen, el más citado y elogiado en este blog fue el Concilio Vaticano II, el claro ejemplo de “cambiar todo para que nada cambie”, promovido por los patricios de entonces y de su representante el Sumo Pontífice Juan XXIII que se paseaba en Silla gestatoria llevado por criados, lucia en su cabeza la tiara de oro y dejaba que se le besara el pié. Quizá, como entonces, la iglesia se vea obligada por los nuevos tiempos a lavar su penosa imagen, pero que nadie espere nada.
Rodrigo Olvera
27-Marzo-2013 – 8:11 am

Estimado Celso

Siempre un gusto leerte. Creo que no te equivocas. Dudo que Francisco vuelva a usar en palabra o en escrito el título de Sumo Pontífice de la Iglesia Universal.
Pero también dudo que Francisco vaya a modificar el Catecismo y el Código Canónico aprobados por Wojtila, donde se manifiesta en disposiciones concretas -más allá del título- la pretensión de ser Sumo Pontífice de la Iglesia Universal.

Siguiendo la imagen de la margarita de Pepe Blanco: ¿de que tanto sirve que no use la expresión, si mantiene la institucionalidad (Código de Derecho Canónico) y la ideología que la justifica (Catecismo de la Iglesia Católica) que le dan contenido a tal expresión no nombrada pero ejercida? No diré que no sirve de nada. Sí sirve, de un poquito, pero tampoco tanto.

Me encantaría equivocarme y que efectivamente se modifiquen Catecismo y Código. Claro, para ello habría que denunciar tanto a Trento como al Vaticano I y Vaticano II.

Saludos
oscar varela
27-Marzo-2013 – 3:30 am

Hola!

Don Celso Alcaina me resulta confiable. Más no sé.

Lo noto abierto a que Bergoglio ande por buen carril, que el Artículo no desmiente.

Pero pienso que el devenir depende de la responsable madurez que demuestren los Obispos al ejercer sus propios derechos a mandar-sirviendo en sus jurisdicciones.

¡Vamos todavía! – Oscar.

Francisco de Asís y Francisco de Roma. Leonardo Boff


Francisco de Asís y Francisco de Roma
2013-03-29

Desde que el obispo de Roma electo, y por eso Papa, asumió el nombre de Francisco, se hace inevitable la comparación entre los dos Franciscos, el de Asís y el de Roma. Además, el Francisco de Roma se remitió explícitamente a Francisco de Asís. Evidentemente no se trata de mimetismo, sino de constatar puntos de inspiración que nos indiquen el estilo que el Francisco de Roma quiere conferir a la dirección de la Iglesia universal.

Hay un punto común innegable: la crisis de la institución eclesiástica. El joven Francisco dice haber oído una voz venida del Crucifijo de San Damián que le decía: “Francisco repara mi Iglesia porque está en ruinas”. Giotto lo representó bien, mostrando a Francisco soportando sobre sus hombros el pesado edificio de la Iglesia.

Nosotros vivimos también una grave crisis por causa de los escándalos internos de la propia institución eclesiástica. Se ha oído el clamor universal («la voz del pueblo es la voz de Dios»): «reparen la Iglesia que se encuentra en ruinas en su moralidad y su credibilidad». Y se ha confiado a un cardenal de la periferia del mundo, a Bergoglio, de Buenos Aires, la misión de restaurar, como Papa, la Iglesia a la luz de Francisco de Asís.

En el tiempo de san Francisco de Asís triunfaba el Papa Inocencio III (1198-1216) que se presentaba como «el representante de Cristo». Con él se alcanzó el grado supremo de secularización de la institución eclesiástica con intereses explícitos de «dominium mundi», de dominación del mundo. Efectivamente, por un momento, prácticamente toda Europa hasta Rusia estaba sometida al Papa. Se vivía en la mayor pompa y gloria. En 1210, con muchas dudas, Inocencio III reconoció el camino de pobreza de Francisco de Asís. La crisis era teológica, pues una Iglesia-imperio temporal y sacral contradecía todo lo que Jesús quería.

Francisco vivió la antítesis del proyecto imperial de Iglesia. Al evangelio del poder, presentó el poder del evangelio: en el despojamiento total, en la pobreza radical y en la extrema sencillez. No se situó en el marco clerical ni monacal, sino que como laico se orientó por el evangelio vivido al pie de la letra en las periferias de las ciudades, donde están los pobres y los leprosos, y en medio de la naturaleza, viviendo una hermandad cósmica con todos los seres. Desde la periferia habló al centro, pidiendo conversión. Sin hacer una crítica explícita, inició una gran reforma a partir de abajo pero sin romper con Roma. Nos encontramos ante un genio cristiano de seductora humanidad y de fascinante ternura y cuidado que puso al descubierto lo mejor de nuestra humanidad.

Estimo que esta estrategia debe haber impresionado a Francisco de Roma. Hay que reformar la Curia y los hábitos clericales de toda la Iglesia. Pero no hay que crear una ruptura que desgarraría el cuerpo de la cristiandad.

Otro punto que seguramente habrá inspirado a Francisco de Roma: la centralidad que Francisco de Asís otorgó a los pobres. No organizó ninguna obra para los pobres, sino que vivió con los pobres y como los pobres. Francisco de Roma, desde que lo conocemos, vive repitiendo que el problema de los pobres no se resuelve sin la participación de los pobres, no por la filantropía sino por la justicia social. Ésta disminuye las desigualdades que castigan a América Latina y, en general, al mundo entero.

El tercer punto de inspiración es de gran actualidad: cómo relacionarnos con la Madre Tierra y con los bienes y servicios escasos. En la alocución inaugural de su entronización, Francisco de Roma usó más de 8 veces la palabra cuidado. Es la ética del cuidado, como yo mismo he insistido fuertemente, la que va a salvar la vida humana y garantizar la vitalidad de los ecosistemas. Francisco de Asís, patrono de la ecología, será el paradigma de una relación respetuosa y fraterna hacia todos los seres, no encima sino al pie de la naturaleza.

Francisco de Asís mantuvo con Clara una relación de gran amistad y de verdadero amor. Exaltó a la mujer y a las virtudes considerándolas «damas». Ojalá inspire a Francisco de Roma una relación con las mujeres, que son la mayoría de la Iglesia, no sólo de respeto, sino también dándoles protagonismo en la toma de decisiones sobre los caminos de la fe y de la espiritualidad en el nuevo milenio.

Por último, Francisco de Asís es, según el filósofo Max Scheler, el prototipo occidental de la razón cordial y emocional. Ella nos hace sensibles a la pasión de los que sufren y a los gritos de la Tierra. Francisco de Roma, a diferencia de Benedicto XVI, expresión de la razón intelectual, es un claro ejemplo de la inteligencia cordial que ama al pueblo, abraza a las personas, besa a los niños y mira amorosamente a las multitudes. Si la razón moderna se amalgama con la sensibilidad del corazón, no será tan difícil cuidar la Casa Común y a los hijos e hijas desheredados, y alimentaremos la convicción muy franciscana de que abrazando cariñosamente al mundo, estamos abrazando a Dios.

Leonardo Boff

LA PRUEBA DEL FUEGO DEL PAPA FRANCISCO. Juan Arias


(Citado por ATRIO, como enlace, a El País)
http://www.elpais.com/

La prueba del fuego del papa Francisco

Por: Juan Arias | 27 de marzo de 2013

Al papa Bergoglio le espera la prueba del fuego en sus viajes internacionales. Hasta ahora está llevando a cabo, en menos de dos semanas de pontificado, una verdadera revolución en la forma de comportarse, más como obispo que como papa.

El último aldabonazo lo acaba de dar al renunciar, al menos por ahora, a los famosos aposentos pontificios del Vaticano quebrando una tradición de 110 años. Desde Pio X en 1903, todos los papas han vivido allí. Al parecer, no quiere encerrarse en lo que en este blog llamamos ya de “cárcel de oro del Vaticano”.

Sin embargo, la verdadera prueba de fuego para el papa Francisco, van a ser sus viajes internacionales, que excepto los primeros de Pablo VI, por la novedad, y los del papa Wojtyla a Polonia en pleno comunismo, habían perdido su fuerza y de poco o nada servían para fortalecer a la Iglesia o promover su renovación.

Papa Benedicto XVI en España
El esquema de los viajes estaba anquilosado desde hace mucho tiempo. El papa nada más llegar al aeropuerto quedaba cooptado por las autoridades políticas que se adueñaban de él y los fieles tenían que contentarse con correr detrás del papa móvil para verlo de refilón.

La gente lo que quería era quitarse la curiosidad de ver al papa de Roma. Sus discursos en las misas eran poco escuchados. Más aún, una vez que la multitud lo había visto, cuando empezaba a hablar iba desfilando del acto para volverse a casa o aprovechaban el sermón para comerse un bocadillo.

Generalmente, los discursos estaban escritos ya meses atrás por asesores del papa. Los periodistas que acompañábamos al papa en su avión los llamábamos “discursos de nevera”. Generalmente, seguían un esquema desde los primeros viajes: discurso al clero, a los gobernantes, a los intelectuales, a los jóvenes, a las masas en las misas etc.

Tan iguales eran que un periodista japonés era siempre el primero en dar para su agencia algún trozo de los discursos antes que nadie. Tenía un truco: se llevaba en la bolsa los discursos de los viajes anteriores y los copiaba sin miedo a ser desmentido, porque eran prácticamente siempre iguales.

La paranoia de los problemas de seguridad, sobretodo después del atentado al papa Juan Pablo II en la plaza de San Pedro, fue creciendo y el papa acababa visitando los países blindado las 24 horas del día. Hasta a los periodistas del vuelo papal nos pusieron una vez en Lima un soldado armado en la puerta de nuestras habitaciones del hotel durante toda la noche.

Papa_joao_paulo_ii_e_o_amigo_pinochetLa demostración de que los viajes papales sirvieron de poco, incluso para revitalizar al catolicismo es que a pesar de ellos la Iglesia siguió perdiendo fieles en casi todo el mundo, empezando por aquí en Brasil donde ha existido una hemorragia de fieles católicos hacia las iglesias evangélicas.

No conozco un sólo discurso, de los más de cien viajes internacionales de los papas, que tuvieran un impacto mundial, simplemente porque estaba escritos por gente de la Curia Romana sin ninguna fuerza innovadora.

De ahí que los viajes del nuevo papa Francisco alrededor del mundo, constituyan un verdadero test. Se podrá ver en ellos si estamos o no ante un pontificado diferente, innovador, con gestos simbólicos que aproximen al papa a la gente más que a los políticos de los países visitados.

Francisco de Asís, que murió con poco más de 40 años, recorrió en el siglo XIII varios países con un mensaje que se limitaba a repetir las enseñanzas del Evangelio, desde las más exigentes en materia de pobreza a las más duras en sus críticas al aparato de entonces de la Iglesia y del Vaticano, enzarzado como hoy en escándalos de todo tipo.

Ahora, el papa que ha querido tomar el nombre simbólico del Poverello de Asís ¿continuará también en sus viajes realizando gestos simbólicos de cambios capaces de sorprender y de ganarse la confianza de los creyentes o seguirá todo igual?

Juan Pablo II y ChávezEsos creyentes abogan desde hace siglos por una Iglesia más cercana al profeta de Galilea que a la imagen de los emperadores romanos que forjaron la imagen de poder del obispo de Roma, convertiéndolo en Pontifice con poder sobre toda la Iglesia y blindado por el dogma de la infalibilidad.

¿Acabará también el papa Francisco con su prerrogativa mundana de ser jefe de Estado para ser sólo un líder espiritual, confortador de la fe de sus hermanos, sin tener que ser recibido en los países que visita con las salvas de cañon destinadas a los jefes de Estado y que desentonan en aquellos lugares con el mensaje evangélico que debería llevar el papa a creyentes y no creyentes como peregrino de la fe?

Pronto lo sabremos.

Papa Francisco. Homilía en la Misa Crismal


Papa Francisco. Homilía en la Misa Crismal.

How to Starve a Troll


How to Starve a Troll.

Discurso del Papa Francisco, ante el Cuerpo Diplomático acreditado en la Santa Sede


Discurso del Papa Francisco, ante el Cuerpo Diplomático acreditado en la Santa Sede.

El Papa que paga sus cuentas. Leonardo Boff


El Papa que paga sus cuentas. Leonardo Boff.

La «guerra sucia» al Papa Bergoglio.


La "guerra sucia" al Papa Bergoglio..